4.24.2007

¿sí a la vida?

El domingo se festejó en todo el mundo el Día de la Tierra. La efeméride pasó en México como una semana santa: una película donde se escandaliza sobre el peligro de los súbitos cambios climáticos, un rollo sobre el daño que le hacemos al planeta, y, con toda seguridad, una epidemia de sobremesas de muchos jesuses-en-la-boca (de pronto todos nos acordamos, ah, sí, de que vivimos en un planeta). Un postre de microondas y ya está. El propio domingo, sin embargo, llovió un poco en la Ciudad de México; el lunes cayó una tromba que pareció agosto, luego de un día caluroso como si esto fuera mayo.

Mientras tanto, todo buen mexicano de cepa se ajena del asunto y está prendido con el tema de la semana (o del mes, o del año): la legislación del aborto. Como siempre en México, el tema, que no es otra cosa que una negociación de libertades, se convirtió en un escándalo nacional. Manifestaciones al por mayor, alas igualmente intransigentes, partidos políticos que buscan su pedacito de gloria jugando a ser héroes para uno u otro lado de la histeria. En realidad, tanta discusión no ha servido para lo que se supone debería: no ha logrado convertirse en un debate sobre pros y contras. Sencillamente, se ha vuelto un enfrentamiento infantil entre convicciones dilatadas. El aborto se ha convertido en pecado, en libertad-de-la-mujer, en delito, en miedo, en tabla de salvación para las mujeres violadas, pero nunca, nunca, en una opción real, con implicaciones y consecuencias. Como siempre, el papel de legisladores, grupos de presión y medios de comunicación (gracias, Chespirito) no ha sido otro más que el de delimitar dos extremos igual de peligrosos. El pretexto, en todos los casos, sean los a-favor o los en-contra, ha sido el respeto a la Vida; cosa que, por otro lado, a nadie le interesa tanto. En realidad no buscan una vida plena, donde uno pueda decidir con armas bien puestas, sino seguidores de ideologías de cajón.

Finalmente, Perú la pide a México apoyo para combatir al narco. Lo cual estaría muy bien si eso significara más educación con respecto al uso de drogas. Pero no: en este mundo, “combate al narco” no significa otra cosa que guerra jurada contra los grupos de distribución de droga. Es decir: otra forma de trabajar en “seguridad nacional”. Forma que, casi con toda seguridad, será un tanto baladí mientras no exista el otro lado. Es decir, sí: el narco es, sin duda, un tema de seguridad en tanto representa un peligro de gobernabilidad (aunque, viéndolo así, me siguen quedando mis dudas); sin embargo, en el fondo, el narco es un problema de salud, y, más allá, uno de educación. De nuevo, las visiones son muy cortas. Al igual que con el tema del aborto, la idea es dejar la cuestión zanjada de la manera más llamativa posible. Son juegos de poder donde, al parecer, importa menos el beneficio final que el power-showbiz-profit.

Mientras unos vociferan, a encontronazos de macana, que lo primero es la vida, y los otros dicen que no, que lo primero es la seguridad, hay, por lo menos, tres cosas que se les van de vista: la primera vida y la primera seguridad, que es el planeta; la última libertad, que es la decisión y la capacidad de hacerlo.

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2 Comments:

Blogger W.J. Porter said...

El aborto... guerra mediatica de ideología vs partidos demostrando que están por encima de yo-qué-sé. Ah, sí... y la mujer y eso. Me sorpreió el otro día ver una valla publicitaria que decía "6 mandamiento: no mataras también incluye no abortarás". Si realmente fuera una cuestión de legislación, ¿por qué carajos citan el antiguo testamento y no la constitución?

13:08  
Blogger Édgar Adrián Mora said...

¡No los maten! ¿Después a quién le vamos a joder la vida?

Maciel y compañía

10:30  

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